¿Cristianos de Zoom?
Estamos en la era de la tecnología, podemos pedir comida con tan solo una llamada, y hacer nuestras compras por Internet, todo esto desde la comodidad de nuestro hogar. Cada vez más nos acostumbramos a tener las cosas, como dicen en mi tierra: “a pedir de boca”, “al gusto del cliente”, “lo que mejor nos convenga”.
Ahora con todo este asunto de la pandemia también tenemos “Iglesias Zoom”. Estas herramientas de la tecnología han tenido su ayuda en medio de la incertidumbre del virus COVID-19, pero no podemos llamar a esto un culto, ni vida de iglesia.
Lamentablemente, este concepto lo hemos traído al cristianismo moderno individualista. En el día de hoy tenemos iglesias estilo “Zoom”, “Facebook Live”, donde escoges tus maestros y tus mensajes a tu forma y gusto. Cada cual se une al grupo de redes sociales de su preferencia. Esta es la tendencia dentro del cristianismo moderno. Es mucho más fácil la iglesia “Zoom”, donde te conectas virtualmente desde la comodidad de tu casa, sin tener que recibir críticas, sin que tengas que doblarte las mangas y trabajar en el campo, sin tener que perdonar cuando te ofenden etc.
Llamados a una vida en comunidad
En una iglesia verdadera te tienes que enfrentar con enemigos, alguien que te cae mal, soportarlo, amarlo y servirle, de esta manera fue diseñado por Dios el vivir del cristiano. La palabra de Dios nunca nos habla de una fe individualizada desde la comodidad de tu hogar. No podemos dejar que el mundo cibernético reemplace la verdadera comunión de la iglesia.
Podemos observar en 1 de Juan como en toda la carta se enfatiza la base de la comunión entre hermanos. Esta base es de suma importancia ya que es una evidencia de la verdadera y genuina salvación. “En esto conocemos el amor: en que Él puso Su vida por nosotros. También nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:16). Esto no se puede dar en la Iglesia “Zoom” ya que la meta del Evangelio no es salvación individual sino tener comunión los unos con los otros por la unidad en la obra del Espíritu.
La Palabra nos muestra que la base de la comunión es el Evangelio. El que está fuera de comunión con sus hermanos no se puede llamar así mismo salvo, ya que la comunión cristiana es una obra de Dios por Jesucristo a todo aquel que salva. “…les proclamamos también a ustedes, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. En verdad nuestra comunión es con el Padre y con Su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1:3). La obra del Evangelio se hace evidente en la comunión con nuestros hermanos centrados en la persona de Cristo. Nuevamente repito, esto no es posible en las iglesias “Zoom“.
La Iglesia local es el diseño de Dios
En el libro de los Hechos vemos un ejemplo de una vida en comunidad. “Entonces los que habían recibido su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como 3,000 almas (personas). Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración” (Hechos 2:41-42). Interesante es, que en el inicio de la Iglesia los que fueron salvos se añadieron a una comunidad de fe en la cual se dedicaban a la enseñanza, comunión y la oración.
Algo que caracterizaba a la Iglesia primitiva era precisamente la comunión entre los hermanos, el compartir juntos tiempos de comidas y compañerismo, su compromiso el uno con el otro. El servicio de la comunión sacrificial siempre será el testimonio de la Iglesia a los de afuera ya que el mundo no sabe lo que es esto. Tanto es así que la vida espiritual en comunidad local muestra el símbolo de la verdadera comunión en la que el Señor Jesus ordenó como sacramento lo que conocemos como La Cena del Señor. “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo?” (1 Corintios 10:16). Todo esto sólo se da en una comunión con la Iglesia local, no puedes participar de los sacramentos en una iglesia “Zoom“.
La Disciplina de la Iglesia también nos habla de la comunión los unos con los otros. El modelo bíblico de Mateo 18, donde por primera vez en la Iglesia es mencionada la disciplina, nos habla de cómo llevarla a cabo en orden de comunidad. El verdadero cristianismo debe ser probado en la vida de comunidad. El pecado siempre quiere privacidad, mientras más privado más poderoso es. Pero la comunión entre hermanos siempre busca morir a nosotros y ser corregidos, amonestados, edificados y consolados “los unos a los otros “.
La vida en comunidad es clave para el crecimiento espiritual
Me gusta como lo dice el pastor Mark Dever sobre la vida en comunidad: “Comprométase con un grupo local de pecadores salvados. Intente amarlos. No lo haga solo durante tres semanas. Ni durante seis meses. Hágalo durante años. Y creo que descubrirá, y otros también lo harán, si ama a Dios o no. La verdad se mostrará a sí misma”.
El Nuevo Testamento está lleno de instrucciones sobre lo que significa vivir en la comunidad de la iglesia local:
- Amarnos los unos a los otros (Juan 13:34).
- Dedicarnos los unos a los otros (Romanos 12:5).
- Honrarnos los unos a los otros (Romanos 12:10).
- Regocijarnos los unos con los otros (Romanos 12:15).
- Servirnos los unos a los otros (Gálatas 5:13).
- Ayudarnos los unos a los otros a llevar nuestras cargas (Gálatas 6:2).
- Perdonarnos los unos a los otros (Efesios 4:32).
- Alentarnos los unos a los otros (1 Tesalonicenses5:11).
- Ofrecernos hospitalidad los unos a los otros (1 Pedro 4:9).
- Confesar nuestros pecados los unos a los otros (Santiago 5:16).
- Orar los unos por los otros (Santiago 5:16).
Es nuestra responsabilidad como creyentes vivir una vida de comunidad. No conformarnos a este mundo y sus costumbres. Los llaneros solitarios no son producto de una obra de regeneración del Espíritu Santo, sino del egoísmo y el pecado.
Tal vez algunos puedan decir: “¿Qué puedo hacer si no tengo una Iglesia sana donde pueda congregarme?” Primeramente, orar al Señor que te añada a hermanos con los cuales puedas tener comunión. Comienza a servirle a tu vecinos, familiares y amigos, llevándoles la verdad del Evangelio por medio de tu entrega, así como Cristo se entregó por nosotros. Quizás de esta manera puedas conseguir esos hermanos en la fe con los que puedas vivir en comunión.
La vida cristiana está diseñada por Dios para vivir en comunidad.